sábado, junio 30, 2007

Viernes 3 am

"...and they wonder what went wrong with us?!"




Y se preguntan qué anduvo mal con nuestra generación...

















viernes, junio 29, 2007

Yesterday

Volvieron los rasti!!!-------------------------------------------------------------------------------------------------------

Va a estar bueno (o estaría bueno si supiésemos que podríamos llegar a saber que estaría bueno)

¿o acaso esta no es la fórmula de triunfo del marketing político? conjugamos un par de verbos con potenciales y los mareamos!! voto asegurado.
Quién les dice: quizás, hasta podemos llegar a cantarles una canción de Queen en francés!

martes, junio 12, 2007

EH???

Revisando los mails que, en una época de internet sin censuras en el trabajo, me enviaba a mi casilla, encontré esto. Le saco un poco de polvo y se los entrego con cariño.
Un detalle: tiempo después encontré el ejemplar del mentado libro, en una edición de luxe muy antigua, en una curiosa colección que había en la biblioteca de mi casa en Paraná. Ya sacaré fotos a los lomos de esas joyas!!!


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JUEVES | 25 de enero de 2007

http://www.infobae.com

El increíble libro que enseña a ganar amigos e influir


Está considerado entre los más vendidos de la historia después de la Biblia: con 112 ediciones y 20 millones de ejemplares. En la Argentina también es un boom. Se escribió hace 70 años. Qué dice.

Por Andrea Sambuccetti
La retórica es el arte del convencimiento, de la influencia. Un recurso que Aristóteles mismo supo explotar con aplicaciones para la política años antes del nacimiento de Cristo y que interesó ya en la era contemporánea -por demás- al mundo empresarial, al marketing y a los emprendedores para lograr popularidad y alcanzar con eficiencia el éxito.

No siempre se utilizó a la retórica “aplicada” a los problemas actuales. Su “gran readaptación” ocurrió a principios de siglo XX, por la fuerza de un proceso de gran magnitud, como lo fue el fordismo y su producción en masa, que impuso nuevas necesidades para maximizar beneficios: lograr conocimiento sobre el arte de vender, el discurso en público, la capacitación en empresas y el descubrimiento de las habilidades interpersonales.

Y fue un escritor estadounidense, Dale Carnegie, quien cansado de no hallar soluciones, las exploró por su propia cuent a editando en 1936 el libro que cambiaría la historia de la “influencia” para siempre y que inauguraría el rubro literario más popular de todos los tiempos: el de autoayuda.


“Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” se convirtió en best seller ni bien ingresó en las librerías. Lleva vendidos más de 20 millones de ejemplares en 112 ediciones en 36 idiomas a lo largo del globo, permaneció 10 años en la lista de más vendidos de The New York Times y tras 70 años de publicado, continúa siendo en la Argentina también, uno de los libros más buscados (en el país vendió 2 millones de unidades).

“Carnegie fue un visionario, un gurú que intentó buscar sus propias respuestas a problemas del arte discursivo, de las relaciones interpersonales. Investigó, visitó gente. Le llevó 5 años juntar la información para escribir el libro”, contó Daniela de León, directora de Dale Carnegie Training Argentina en diálogo con Infobae.com.

“Nosotros utilizamos su libro hoy como material para entrenamiento o capacitación corporativa, ya que propone en tre sus ideas centrales un cambio de actitud propia para lograr un cambio de actitud en el otro”, comentó de León quien puntualizó que la obra “además de ser un best seller en el mundo, aquí en la Argentina siempre estuvo entre las más vendidas”.

Susana Fernández, encargada de Relaciones Institucionales de la librería Cúspide señaló que “hubo muchas ediciones de este libro y hemos vendido bastante de cada una. Lo que hay que destacar es lo que ha trascendido a través de los años, su permanencia”.

“Este es un libro de superación personal que han leído muchas generaciones. Y recuerdo que mi padre siempre comentó que había sido un excelente libro para él. Tiene muy buena salida. Por ahí no es el más vendido de esta semana o de hoy, pero es uno de los más vendidos a través de los años, algo difícil de lograr ya que la oferta es tan inmensa que va en detrimento de la vida del libro, que termina por no alcanzar su madurez”.

Qué dice el libro

La obra se estructura en cuat! ro grand es apartados, luego de la explicación de los 8 objetivos que busca el libro y de las 9 sugerencias para sacar de él un mayor beneficio. Entre los objetivos sitúa: salir de una rutina mental, concebir nuevas ideas, adquirir nuevas visiones, descubrir nuevas ambiciones, hacer amigos rápida y fácilmente, aumentar la influencia, el prestigio, lograr que los demás piensen como uno, entre otros.

1) La primera parte trata acerca de las 3 técnicas fundamentales para tratar con el prójimo: no criticar, condenar o quejarse; demostrar aprecio por el otro honrado y sincero; y finalmente, despertar en los demás un deseo vehemente.

2) Luego, expone las 6 maneras de agradar a los demás: interesarse sinceramente por los demás; sonreir; recordar el nombre de las personas; ser un buen oyente y animar a los demás a hablar bien de sí mismos; hablar siempre de lo que le interese a los demás; y hacer que la otra pers ona se sienta importante y hacerlo sinceramente.

3) En tercer lugar propone 12 “reglas” para que “los demás piensen como usted”. Algunas son: ‘La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola’; ‘Demuestre respeto por las opiniones ajenas. Jamás diga a una persona que está equivocada’; ‘Si usted está equivocado, admítalo rápida y enfáticamente’; ‘Permita que la otra persona sea quien hable más’; ‘Permita que la otra persona sienta que la idea es de ella’; ‘Apele a los motivos más nobles’, etc.

4) La última parte indica: “Sea un líder. Cómo cambiar a los demás sin ofenderlos ni despertar resentimientos”. Dice: “El trabajo de un líder consiste, entre otras cosas, en cambiar la actitud y conducta de su gente. Algunas sugerencias para lograrlo: ‘Empiece con el elogio y aprecio sincero’; ‘Llame la atención sobre los errores de los demás indirectamente’; ‘Hable de sus propios errores ant es de criticar los de los demás’; ‘Haga preguntas en vez de ! dar órde nes’; ‘Aliente a la otra persona, haga que los errores parezcan fáciles de corregir’”, entre otros.

Este pionero en autoayuda que fue Carnegie no sólo escribió este best seller, sino también “Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida”; “El Camino rápido y fácil para hablar eficazmente”; “Cómo hablar bien en público e influir en los hombres de negocios” y “Cómo disfrutar de la vida y el trabajo”, todos con muy buen desempeño de ventas.



jueves, junio 07, 2007

Filosofía en la isla desierta


(reproducción)

La exitosa serie "Lost" trata sobre la ignorancia y el conocimiento, el azar y la necesidad, temas clave de la filosofía. No parece casual que algunos personajes lleven nombres de pensadores: Hume, Locke, Rousseau. En este informe, además, sus ecos literarios, opiniones sobre el éxito y un análisis del libro árabe del siglo XII, antecedente de "Robinson Crusoe", célebre náufrago de la modernidad.


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SANTIAGO BARDOTTI.

No es lo mismo Lost al final de la primera temporada —la que ya terminó en Canal 13—; al final de la segunda y al final de la tercera. El autor de esta nota pasó por las tres etapas. Por supuesto que no se van a revelar secretos pero usted, lector, debería decidir si continúa leyendo o no. Porque Lost trata justamente acerca de la ignorancia y el conocimiento y sólo el tono de esta nota podría disparar pistas y con ellas un sinfín de conjeturas.

Lost es acerca de la ignorancia y el conocimiento en la toma de decisiones. Es acerca del azar y la necesidad. Del destino. De las formas legítimas y las ilegítimas de aceptarlo. Lost es también la historia de la vuelta al hogar. Siendo como se trata de un grupo de sobrevivientes a un accidente aéreo, perdidos en lo que parece una isla desierta, hay también una trampa desde el inicio. Todos creíamos que se trataba de Robinson Crusoe, de cómo sobrevivir en una isla (o de cómo un solo hombre recrea a toda la sociedad burguesa); creíamos que acaso podría tratarse de El Señor de las Moscas y el problema de la naturaleza humana (los personajes no son niños como en la novela de William Golding, pero debe reconocerse que están bastante infantilizados por el trauma y bastante obnubilados a la hora de encontrar soluciones). Pensamos también que quizás podría tratarse de La invención de Morel, después de todo parecen vivir en un presente continuo. De alguna manera siempre es el primer día, sus barbas no crecen demasiado, no pierden peso; sus peinados son, si no envidiables, siempre decentes. En fin, creíamos que se trataba de Robinson pero más bien se trata del homérico Odiseo.

Los sobrevivientes descubren al poco tiempo que no están solos. Entre otras cosas descubren una escotilla, una especie de refugio antinuclear con una entrada escondida en medio de la selva. Allí dentro un extraño personaje (ya veremos que no más extraño que ellos mismos) está sometido a la monótona tarea de ingresar una clave numérica en una computadora cada 108 minutos, de lo contrario el mundo desaparecerá. El personaje en cuestión es un escocés llamado Desmond. Desquiciado (ha quedado solo para realizar está tarea), está obligado por las circunstancias a una especie de culto a la causalidad: si no presiono este botón, lo peor sucederá. Tiempo después (deberíamos decir, capítulos después) como al pasar, conocemos su nombre completo; se trata de Desmond David Hume. El filósofo escocés, David Hume, es quien pasa por haber desarticulado para el pensamiento occidental esa misma idea de causa y efecto a la que Desmond, el personaje, le ha dedicado los últimos tres años de su vida.

Desmond, el personaje, y Hume, el filósofo, comparten aparte del nombre y la nacionalidad, la característica de ser visionarios. Hume, de una filosofía futura. Desmond, que tiene flashes de este futuro, deberá encontrar su lugar en él. En cambio, la idea insensata de ingresar los números para salvar el mundo es recibida por John, otro de los personajes, con júbilo, es una cuestión de fe, hay que creer, entregarse a la tarea, de apariencia absurda, porque algo superior, el espíritu misterioso de la isla, así lo desea. John ha sufrido, entre todos los sobrevivientes, la transformación más completa respecto a su vida anterior. Su recuperación tras al accidente da lugar a una escena maravillosa cuando asistimos a su nuevo despertar. John es a veces llamado por su apellido, Locke. John Locke, tal como el autor del Ensayo sobre el entendimiento humano, el autor de los dos Tratados sobre el Gobierno Civil.

Son pocos los momentos distendidos en la serie, pero es evidente que los guionistas juegan y se divierten. Los personajes con nombres de filósofos pueden ser chistes, sin embargo no son clichés. No hay ningún Sócrates que se la pase preguntando, ningún Platón que mire al cielo en busca de modelos a seguir, ningún Aristóteles tratando de encontrar la respuesta en las cosas de la tierra. Lo más parecido es una solitaria mujer que deambula sola por la isla, lejos de la sociedad de los hombres y se hace llamar a sí misma Rousseau. Pero ése no es su nombre real.

John Locke, el líder espiritual, se muestra sin embargo un iluminista. Al enterarse que el asunto de ingresar los números es un experimento psicológico, que han sido observados en sus conductas, pierde la fe. La tarea ha sido en vano. Sin embargo, otro personaje, Sr. Eko, un ex guerrillero y traficante de drogas africano que usurpó las vestiduras de sacerdote para escapar, es de otra idea: ahora que sabemos positivamente que es insensato, más aún debemos continuar con la tarea. Eko, así, se convirtió en un verdadero creyente.

Aunque todos cargan sus enormes traumas a cuestas, los personajes parecieran carecer de psicología profunda. Son hombres y mujeres de acción. No hablan mucho entre ellos, no dicen de lo que les pasa. No hay escenas lacrimógenas donde a la luz de las estrellas abren su corazón. Los espectadores estamos agradecidos. Podría decirse que la psicología de los personajes son los flashbacks. El relato de Lost se caracteriza por este sencillo recurso. La acción principal en la isla se contrapone a los flashbacks que nos muestran el pasado de los personajes. Este recurso, tan utilizado, multiplicado para la mayoría de los personajes, produce efectos asombrosos. Es la manera en que el pasado modifica el presente continuado de la isla. La aparición de los flashbacks es el único momento donde sabemos un poco más que los personajes en su conjunto. Pero sólo un poco, por un rato. Hay personajes que saben mucho más que lo que nosotros podemos vislumbrar. El caso de Ben por ejemplo, Benjamin Finus.

Los guionistas han encontrado un método para multiplicar los enigmas. Borges en más de un lugar advirtió sobre ese peligro. La resolución debe estar a la altura de dicho enigma, por eso hay que ser muy cuidadoso con la tarea de formularlo. En caso contrario solamente puede haber decepción. No sabemos bien qué hay detrás del nombre de los filósofos. Sabemos eso, que son nombres, y en tanto tal, maldiciones. La acción principal es llevada adelante por, Jack; Jack Shepard, cirujano brillante y experto en solucionar problemas, convertido finalmente en el pastor que está escrito en su apellido. Contra esta multiplicación de enigmas que ellos crean, los guionistas tienen su propio antídoto. Desde el inicio nos dicen que no sabremos todo. Todo lo que vemos es parcial. Mientras vemos algunas cosas, otras están pasando en otro lado. Por eso pueden aparecer personajes olvidados. Al principio es molesto, después debemos reconocer que estuvieron viviendo su vida. Peor aun, las distintas perspectivas no son compatibles. La realidad es lo que cada uno ve. El personaje filosófico que faltaba para completar la trilogía con Hume y Locke, el obispo Berkeley —para quien "ser es ser percibido"—, está entonces de algún modo también presente.

Otras subtramas sencillamente desaparecen como problemas mal formulados. La solución del enigma será tal vez fantástica o visionaria; tal vez está escrita en los rastros dejados por los guionistas para delicia de los fans. Los guionistas sabrán o no lo que hacen (azar o necesidad). El hecho que permanece es que estos personajes son humanos.

Lost da una buena idea de lo que viene. Es lo que nace cuando otras cosas, tal como las conocíamos, mueren. Un programa de televisión, filmado con calidad de ojo cinematográfico al que muchísimas personas sólo ven en una computadora y gracias a Internet.

Parece que este personaje de Jack, el médico, iba a morir en la primera temporada. A fuerza de voluntad se ha ganado la vida. Veremos si estará a la altura de encontrarse en un lugar que no le estaba reservado.



Un éxito basado en calidad y originalidad
SILVINA LAMAZARES.
Más allá del culto. Y más allá de lo popular. Categórica coincidencia que, cuando atraviesa la pantalla chica, habla más de un fenómeno, tal vez social y cultural, que de un programa de TV. Habla de la búsqueda de una mirada singular«6 que desde el vamos se volvió colectiva«6. Y los números, en este caso, cuentan: los 16 millones de espectadores semanales en los Estados Unidos, la inversión de 10 millones de dólares para el episodio presentación o los más de 30 países en los que se ve la serie reflejan el estallido de una historia que diseminó esquirlas de aceptación en todos sus frentes.

De género inclasificable —no por imposibilidad, sino por elasticidad genérica—, «zLost«6 logró superar lo anecdótico para bucear en las profundidades del alma. Atrás, quedan el accidente aéreo, la caída en la isla, los efectos del estallido que partió el cielo. Y por delante, el pasado.

En ese sutil manejo de los tiempos, donde el pasado vuelve en implacables flashbacks«6 —recurso de evocación— para marcar los destinos, se anida una de las claves más sólidas de esta suerte de reality «6de desconocidos, donde el primer desconocido empieza a ser uno mismo.

Claro que los solitarios pasajeros que un día hicieron pie en la isla —para hundirse, más de una vez, en el barro de las miserias— no llevan su supervivencia en confortables condiciones de un reality« de esos en los que hay sauna, discoteca y hasta un confesionario. En «Lost«, el marco complica para que el producto gane.

Entonces, la tolerancia perdida, la mezquindad y otros males embellecen el compromiso de un relato que deja ver más de lo que muestra. La cámara en el gesto, el sonido abierto al silencio y un clima de misterio hacen, de un grupo de sobrevivientes, una pintura sin concesiones de los que no se eligieron para vivir. Ni siquiera para no morir. Pero la vida los puso ahí, aislados, para que el mundo los vea. Que es un modo de mirarse.



Por qué no pienso ver ni un capítulo más
ANDRES HAX.

En enero del 1841, en un puerto de Nueva York, una horda de lectores esperaban ansiosamente un barco que traía desde Londres la última entrega de la novela de Charles Dickens, «zThe Old Curiosity Shop.«6 Gritaban al unísono desde el muelle: "¿Se murió Nell? ¿Se murió Nell?" Y cuando supieron que sí, que la amada protagonista de la novela no sobrevivió a su enfermedad, hubo caos, llanto, reproches y angustia generalizada.

Hoy veo una manía comparable entre mis compañeros devotos a «zLost«6. Están como hipnotizados. Se pasan DVD's copiados entre ellos como contrabando. Intercambian miradas cómplices. Especulan con fervor sobre cómo terminará la serie. Pero yo ya sé cómo va a terminar y por eso no pienso en engancharme —en viciarme— por más que me daría acceso a apasionadas charlas de café. Va a terminar mal. En tres años más (¡en el 2010!), cuando por fin termine la serie, mis compañeros van a sentir un vacío espantoso y el resentimiento de haber sido engañados emocionalmente.

Lo que hace que «zLost« sea tan estimulante ahora es lo que lo destina al fracaso. El motor narrativo de «zLost« es la ambigüedad. Todo puede ser. Los náufragos pueden estar en el Purgatorio; pueden ser victimas de un cruel experimento científico; pueden haber sido abducidos«6 por extraterrestres...

Es imposible que a los autores de la serie se les ocurra un desenlace que no hayan inventado ya los miles de televidentes que los publican orgullosamente en Internet. Un cierre abierto, sin resolución, sería un acto de cobardía. Al contrario, un final prolijo con una explicación específica defraudaría a todos los devotos losteanos que arman sus teorías con amor propio. De la ambigüedad sólo puede salir más ambigüedad. Mis compañeros dicen que soy un amargo. Que no me doy cuenta de lo que me estoy perdiendo. Pero yo sé que son ellos los que están perdidos.