viernes, agosto 04, 2006

Misión: Ferrer

Misión: Ferrer

El taxista me pidió veinte centavos porque no tenía para darme vuelto. Cuando abro la billetera, con la premura de bajarme ya del auto, se me caen las monedas, todas las monedas, como un mal augurio de los eventos por venir.
Luego de entregar el parcial –seguro-que-lo-desapruebo- de teorías del fucking estado, me dirijo sin ganas hasta el subte línea B (la roja, según mi escala de recuerdos), puteando porque me acuerdo que tuve que pagar casi diez pesos por la impresión del examen en el único locutorio que encontré abierto en mi barrio, sí, aquel locutorio al cual yo había jurado no volver a poner mis pies ever again, el del viejo de mierda que me echó una vez. ¿Por qué tanta plata? Porque, según él, yo “oprimí varias veces la tecla imprimir” con lo cual, me quedé con dos copias y media de mi parcial. ¡Qué placer!
Continúo mi camino hasta la sede de Ramos Mejía. Sí, porque encima de todas las desavenencias, la materia se cursa en la sede de Tucumán. Cuando llego, me fijo en la ventanilla esa de planta baja que siempre te atienden re mala onda y que no sé qué corno es....me doy cuenta que tengo las aulas colgadas en un gran papel al costado de las ventanilla, así que sonrío como si nunca hubiera asomado mi metida nariz, y leo solita sola. Corroboro mis sospechas: los teóricos se siguen dictando en las aulas del cuarto. Subo por ascensor porque las botas que tengo puestas, las cuales me dijo el podólogo que no use más, me provocan un cierto malestar en mi dedo herido y no tengo ganas de subir escaleras. Me siento afuera del aula, en un banco de esos rotosos que siempre están abandonados por los pasillos; me recuerdan a los perritos callejeros, porque siempre están por ahí. Espero una hora (luego de comprar un apunte que intento leer), hasta que reconozco una cara: es mi profesor de Seminario de Diseño Gráfico y Publicitario, sí señores, es Gustavo Varela! Helo aquí, mi nuevo profesor preferido. Me le animo y le suelto conversación; él acepta gustoso. Entre otras cosas, charlamos sobre los resultados de los parciales que nunca nos entregó, y me confirma que mañana nos dará las notas. Me pregunta mi apellido, comisión en la que curso, etc para ver si se acordaba de mi nota. Cuando le respondo, él pone una cara rara y me dice que no me quiere desanimar, pero que le parece que estoy dentro de los que les fue maso. “No –pienso - no me desanimás, me super desanimás!”. El teórico ha finalizado.
Con los ánimos vapuleados y mucho calor provocado por mi bufanda de lana de llama, me interno en el sauna de la clase, mientras espero que los alumnos salgan a tomar aire antes de las dos horas que les quedan de teórico-práctico. Veo al chico de pelito lacio que tanto me gusta, que va a pasar al lado mío por la puerta. Me ignora, lisa y llanamente.
Diviso a Ferrer; está fumando un cigarrillo, mientras sonríe cuando ve a un viejo amigo (Varela). Lo observo y pienso qué flaco y desmejorado está; elaboro todo tipo de absurdas hipótesis sobre su persona, su vida, su estilo de alimentación y las neuróticas noches de escritura que lo deben dejar “hecho una piltrafa” como está. Espero un ratito nomás, total, ya había esperado tanto. Finalmente me acerco. Lo rodeo como un cazador a su presa; establecemos contacto visual y luego él me hace un gesto acompañado por su cabeza, como preguntándome qué quiero. “Tenés un minutito para hacerte un consulta?” suelto, tímida. “Sí, esperá un rato” me dice. Espero. Mientras escucho a Gustavo (Varela) que le cuenta que estuvo a punto de invitarlo al cine, a ver una película, pero que no estaba seguro de que se fuera “a copar”, entonces fue solo. “Y no sabés que genial la película, al final resultó una joyita, Casi hermanos se llama...”. Ferrer lo interrumpe para acercarse a mí y escucharme. Le planteo la situación y ahí me largó el rosario entero: qué cómo había esperado tanto tiempo para rendir, que era mi obligación como estudiante rendir a tiempo las materias y prever si se me va a vencer un final y que tengo que aceptar las consecuencias, bla bla bla. Atónita, pensando si es efectivamente Christian Ferrer, el anarquista, quien está diciéndome esas palabras, o si un espíritu académico que lo acaba de poseer y necesito discar el 0-800- EXORCISTA, lo miro y le explico que tuve que recursar Comunicación II, etc etc. Le hablo de la posibilidad de rendir la materia en julio, sin anotarme en el sistema y me vuelva a recontra re cagar a pedos. Lo peor de todo: Gustavo (Varela) estaba ahí! Me moría de vergüenza. Mal, muy mal, sentía que mis coordenadas espaciotemporales estaban cambiadas, no sé. En fin, que me sermoneó y me mandó a recursar. O a escribirle un mail a ver si me da otra respuesta, pero que “es tu obligación rendir en tiempo y además yo no te puedo guardar la nota”.
Eventos desafortunados, una tarde de verdades inaceptables. Mi conclusión: la voy a recursar con Gustavo (Varela). Y por ahí mañana voy a ver esa peli que tanto le gustó!